Mucho puede pasar en una semana y, en la administración de Trump, puede pasar muchísimo más.
El presidente arrancó con fuerza tras su investidura, otorgando indultos a los implicados en la insurrección del 6 de enero, despidiendo a 18 inspectores generales y cerrando oficinas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI).
Pero antes de partir a inspeccionar los daños causados por los incendios en California, Trump recibió un llamado a la compasión durante el Servicio Nacional de Oración.
Desde el púlpito de la Catedral Nacional de Washington, la obispa episcopal Mariann Budde pidió al presidente que tuviera misericordia con los más vulnerables.
“En el nombre de nuestro Dios, le pido que tenga misericordia de las personas en nuestro país que ahora están asustadas”, dijo Budde. “Hay niños gais, lesbianas y transgénero en familias demócratas, republicanas e independientes – algunos temen por sus vidas.”
“Y las personas que cosechan nuestros cultivos y limpian nuestros edificios de oficinas, que trabajan en granjas avícolas y plantas procesadoras de carne, que lavan los platos después de que comemos en restaurantes y hacen turnos nocturnos en hospitales – quizás no sean ciudadanos o no tengan la documentación adecuada, pero la gran mayoría de los inmigrantes no son criminales.”
Trump no se conmovió y calificó el llamado de la obispa como “sin gracia”, “de tono desagradable” y “ni convincente ni inteligente”. El presidente además exigió una disculpa.
Budde declaró a la revista Time que no se disculpará por pedir misericordia para los demás.
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